miércoles, 31 de enero de 2007

Anticoncepción de Emergencia


Es cierto, mi opinión viene desde un pensamiento profundamente agnóstico y de una visión bastante negativa – por crianza, conocimiento y contemplación – de la Iglesia Católica, no sólo de sus dignatarios, purpurados y demás, sino también de sus adalides laicos (casi digo “civiles”), en especial de aquellos que, parados en una tarima pública, frente a cámaras, debates y discursos, pretenden que todos y cada uno de los Chilenos pensemos, sintamos y vivamos como lo manda Su Santidad.

Todo lo anterior sirve de introducción al tema, tan vigente en nuestro querido Chile, de la famosa Píldora del Día Después, o Anticonceptivo de Emergencia. La píldora en sí misma, no se entienda mal, no es mi tema: cómo actúa, bajo que principio bioquímico o de qué orden son las hormonas o dosis de hormonas que la hacen funcionar o no, etc., no son mi tema. No soy experto en la materia, nunca fui bueno para las ciencias naturales, por eso no hablo de eso. Mi tema es otro, que de eso sí conozco. Mi tema es la tendencia irritante de la Iglesia Católica a meterse en temas que no le corresponden. Nuevamente, no se entienda mal, acá cualquier institución o persona DEBE opinar lo que le plazca, pero lo grave es cuando la Iglesia interfiere en el desarrollo correcto y eficiente de una política pública. Hace más de 5 años que la píldora se comercializa en Chile para cualquiera que tenga el dinero para adquirirla. Eso, en los sectores conservadores de la sociedad, tan conspicuos y rectos, parece habérseles olvidado. Su niñita de 15 con la cama activa puede tomar las precauciones que sean necesarias, píldora incluida, por precios por lo demás convenientes a bolsillos abultados. La honra a salvo, pueden volver a la moral, pueden confesar o hasta meterla a monja, a la pobre niña que cometió el gran pecado de tener sangre en las venas, y veamos cómo limpiamos la imagen. La moral y los principios de la Iglesia, para el que mire, están intactos. Pero ¿Qué pasa cuando el Gobierno, en una de sus medidas que más aplaudo, decide que también las adolescentes que no tienen plata tienen derecho a planificar su natalidad? Escándalo. El antecedente es el condón: está muy bien que Joaquín pague 4 mil pesos por una cajita de Lifestyles para Juaquito, pero qué horror, qué debacle moral, que Puerta Abierta a los Pozos Llameantes de Luzbel si ese condón se entrega en consultorios y urgencias populares a Juan, a Pedro, a Manuel. Lo mismo la píldora.

Una Iglesia que esgrime la defensa de la vida como argumento para impedir, o intentarlo a través de parlamentarios y alcaldes conservadores, una planificación familiar inteligente en los tiempos que corren, apoyándose, además, en la inclinación de la duda razonable hacia el lado de que la píldora es abortiva – resolviendo, de paso, una duda que es vieja como la humanidad: cuándo comienza la vida – es una Iglesia que, sencillamente, falla en ver de qué va el siglo XXI en materia de sexualidad adolescente. El Gobierno - una buena - opera desde la lógica sensata de que es imposible decirle a un adolescente, por los factores que sean, que no tenga sexo. Mejor, démosle condones para que no se contagie de SIDA, mejor repartamos anticonceptivos de emergencia, porque tal vez a la adolescente de La Pintana no le hicieron el amor, Arzobispo, a lo mejor la violaron, a lo mejor la drogaron. A lo mejor sus padres, genuinamente y con justo derecho no son cristianos. (Eso es lo que duele, ¿No?). Como sea, tiene cada cual el derecho de decir, creer, hacer y vivir como quiera. Los Católicos, Diputado, también tienen relaciones prematrimoniales, y aun casados tienen amantes, van a prostíbulos, sus hijos tienen sexo a los 15 y usan condón, las niñitas la pastilla y, a veces, también, una que otra paga su milloncito para abortar silenciosamente. No nos hagamos los huevones, Alcalde, la mejor forma de enfrentar esto es la masificación del acceso. La salud pública no puede, no debe, ser un debate moral. Además, acá nadie está obligando a nadie a tomar la píldora. Pero dudo seriamente de que ustedes, distinguidos, no la usarían dado el caso.

Un saludo desde acá.

En la foto, María Soledad Barría, Minsitra de Salud de Chile.

domingo, 21 de enero de 2007

Un Verano Naranja


El verano, por eso de los financiamientos, las restricciones monetarias y, por cierto, la mala planificación durante el año, viene significando hace unos años, para mi, quedarme en Santiago. Una situación de suyo poco feliz, sobretodo cuando el entorno cercano no sólo planifica y efectúa viajes y travesías, sino que te hablan de eso cada vez que te ven. Cuando alguien va a viajar, simplemente parece desaparecer todo otro tema de conversación. Y a estas alturas del mes, aparece ya otro pequeño grupo, aun más irritante que el anterior: los que vuelven de un viaje. Ahí sí que nada más existe. Ahí sí que todo cuanto esa persona habla, con su tostada piel y sus cabellos algo rubios de sol, con su trencita playera, con su pareo nuevo o su collar surfista (todos lo aman, no me digan que no), gira en torno a la playa, o al campo, o la montaña, y que el clima estuvo precioso, aunque hubo un día nublado (¡se quejan de esas cosas!), encontramos una picá pa comer empanadas de queso camarón, descubrimos la playa Las Vírgenes, fuimos un día a caminar y nos perdimos, ja, ja, ja, miles de anécdotas en torno a esa semana o esos quince días de placer. Uno puede comprender, haciendo gala de una genuina alegría por el otro, que el tipo o tipa desea compartir su feliz experiencia. Pero el drama viene siempre, para mí, cuando tras la perorata viene la cáustica pregunta “¿Y tú? ¿Qué has hecho?” Eso irrita. Eso me irrita. Porque ante eso hay solo dos opciones. Una, decir un escueto “acá, pasándola, harto calor no má” o, la otra, mentir descaradamente “no, la raja, fui a un asao y a un carrete, y más que nada acá, disfrutando las calles más vacías y nada, descansando harto” Sepan, queridos amigos viajeros, que esa respuesta es mentirosa y falaz, salvo casos muy específicos. Nosotros, los condenados a la ciudad, realmente no disfrutamos nada, el calor nos sofoca, este foso de cemento nos hace sentir claustrofóbicos, queremos mar, o río, y no esas infectas piscinas donde todos quieren convencerse de que están en otra parte, en una cruel pantomima de vacaciones. Sepan que los envidiamos con todo el ser. Nos interesan sus historias, sí, pero también nos dan rabia. Nos da rabia no haber tenido o juntado plata. No tener dónde llegar ni plata para arrendar y un enorme etcétera hacen de nuestros veranos experiencias totalmente distintas: los que quedamos haciendo soberanía citadina vemos el verano como la ocasión perfecta de medir el estado de nuestras vidas. Si alguien tiene un viaje por ahí, que me avise. Un saludo acalorado.

miércoles, 3 de enero de 2007

Comienzos


Llegó un nuevo año, ya han pasado algunos días, algunas horas. Ya han comenzado algunas cosas. Unos comenzaron juntos, otros lejos, otros solos. Otros no comenzaron, más bien concentrados en terminar. Hubo algunos a los que el cambio de año dio lo mismo, otros que gastaron lo que no tenían en debacle, locura y éxtasis. Por mi parte, he empezado a amar más, odiar menos y solucionar mis guerras. He empezado a tener problemas, de los solucionables y de los otros, y un par de aciertos ya han coronado mi lista con estrellitas en estos pocos momentos del 2007. Mañana empezaré de nuevo. Porque cada día es un nuevo año y cada año un nuevo día. Así de simple es la cosa.

Un abrazo a cada persona que lea esto. Los besos, esos son de una sola.

Feliz 2007!!!

foto tomada de www.mymanila.net