jueves, 26 de octubre de 2006

Balancín

Ganar o perder.Subir o bajar. Pocas dicotomías nos mueven tanto como occidentales, pocas oposiciones de conceptos nos determinan tanto la conducta. Observo personas perder toda clase de libertades en pos de un así llamado "éxito", historias que terminan casi inevitablemente en esa persona envejeciendo enferma, mal, sola, neurótica y vacía, aunque con una enorme casa llena de cosas. Yo quiero una casa llena de recuerdos, de cosas vivas, de objetos que no sobren, que tengan historia. No con decoración. Odio la decoración, el sólo concepto de que el lugar donde uno vive también deba salir en las revistas o, peor aún, copiar a los que salen en las revistas, me parece un triste síntoma de nuestros días. Prefiero tener menos plata, menos casa, menos cosas. Y lograr, a mis 60 o 70 si me dan la ventura de tales edades, poder mirar hacia atrás y decir "me esforcé toda la vida para lograr vivirla" y no ese triste y chato "estas cosas son el fruto del trabajo de mi vida". Pero ese soy yo, que a la larga nunca compré mucho las verdades que me vendieron. Paz a todos.

3 comentarios:

Paula dijo...

:)


Creo que no sirve de nada, tener algo que no puede ser compartido...

Anónimo dijo...

totalmente en sintonía.

Salvo una cosa. Me gusta la decoración, pero no por copiar de algo o por estar ala moda y en onda. Me gusta que los lugares donde habito sean una prolongación de mis sueños, de mi identidad, de mis recuerdos, de los colores que me alientan.

Little_Fairy dijo...

Concuerdo contigo en el fin de las cosas, en que tengan significado.

Hay demasiada necesidad de apariencias en estos tiempos, no sé por qué y espero no caer en eso.

Con respecto a la decoración, sabes que no concuerdo contigo con el significado que le das. Para mí sería una representación armónica de mi lugar y hogar, tal como lo hacemos cuando preparamos nuestras comidas o cualquier ambiente para hacerlo agradable, cómodo, nuestro. Y como decía antes la necesidad de apariencias en estos tiempos es grande pero gracias a Dios habemos personas que sabemos distinguir la sinceridad en los espacios.
Por último y para finalizar concuerdo con Paula, no sirve de nada si no se puede compartir, somos seres sociables, brindo por ello.



besos por millón.