domingo, 31 de diciembre de 2006

Ranking Simple: Revelations - Audioslave


Continuando con esta revisión advenediza y subjetiva de discos del 2006, me dedico ahora al que ocupa el segundo lugar en la lista, en mi opinión, de este año tan cargado de buena música. Nos dedicaremos de lleno a Revelations, el tercer disco de Audioslave, ese híbrido que nació de los músicos de Rage Against the Machine y del incombustible Chris Cornell, voz cantante de Soundgarden y Temple of the Dog.
La primera acusación, grave desde ciertas perspectivas, que puede hacerse a la banda es que sus discos anteriores - Audioslave y Out of Exile - fracasaban rotundamente en dar una sensación de banda para configurar, a oídos de muchos, una mezcla informe que no era ni Rage ni Soundgarden, pero que nunca acababa siendo Audioslave: podíamos sacar a los monos de la selva, pero jamás sacar la selva del mono. La segunda acusasión grave era que los dos priemeros discos de Audioslave, además, eran más de lo mismo en muchos aspectos: fórmulas archiconocidas de riffs funkeros con actitud punk - pan y sal de los fanáticos de RATM - y las voces arrastradas y la inclusión de una que otra melodía melancólica salida del arsenal de Cornell que nos transportaban levemente a otros parajes se hicieron, inexplicablemente, lo único que uno lograba sacar en limpio de esos primeros discos. Hay, claramente, salvedades, ciertas canciones que hacían que ambos registros valiesen la pena. Temones como I Am the Highway, por ejemplo. O el perfecto Yesterday to Tomorrow.
Así las cosas, cuando se anunció que el proyecto Audioslave, al que todos dábamos poco de vida por las mismas acusaciones anteriores, iba a aventurarse con un tercer disco, arqueamos las cejas. Fruncimos la boca. Dijimos "Hum". Y ahora asistimos con la boca cerrada y los oídos abiertos al segundo mejor disco de este año. Pasmados por la calidad, por la potencia, por la madurez.
El disco, de partida, rescata todo lo bueno de los discos anteriores, pero esta vez matizando la fórmula, mejor dicho, siendo más purista, desarmando la fórmula del riff funk o soul rockeado para ponerse, de plano, a hacer funk, a hacer soul o hacer rock. La melcocha que por tantos años armaron entre los tres elementos ahora no es tal, sino un depurado jarabe. Cornell, más grande que la vida, se pasea entre letras sociales, personales y filosóficas con una voz que se nota cansada, si, pero que logra, tal vez por ese mismo cansancio, transmitir la libertad vocal que Chris declara tener: El grito ahora no es exagerado, es desde las entrañas, nunca un exceso, nunca un recurso como en su más tierna juvntud, sino una expresión genuina. Las armonías cada vez más acorde al registro y timbre actual del cantante nos dicen a las claras que Cornell dejó de intentar imitar a Cornell. Lo mismo ocurre con el resto de la banda: Tim Commerford dejó de ser un bajista que agrega peso solamente, para desatar su evidente formación funk y jazzera, jugando con las escalas, los riffs, y las líneas de bajo sin compejismos, pero con una mente composicional excelsa a la hora del contrapunto. Tom Morello, dueño de uno de los estilos más únicos y originales entre los guitarristas, continúa usando ruidos, silbidos, chillidos, pero ahora como una parte integral de la canción, no como una molotov sonora diseñada para agredir al oyente. Entre ambos, dan una profundidad armónica insospechada a Revelations: donde cabría esperarse un riff pesado, repetidas notas en bajo y guitarra, escuchamos armonías, juegos melódicos, sin perder la potencia hard rockera. Brad Wilk, siempre sólido en batería, nos recuerda en una era llena de dobles bombos y Portnoys wannabes que también se puede tocar como Ringo, como White, de Yes, como Bonham, de Zeppelin. Nos recuerda a todos que la batería es de madera y cueros y metales. No de Plástico. Estos elementos destacan sobretodo en los temas "Revelations", la obertura del disco, la perfecta "Original Fire", la muy festiva "Jewel of the Summer Time", una joyita playera, y las sorprendentes, tremendas y emocionantes "Wide Awake", ojo con la letra, y "Moth" una canción tan nocturna y misteriosa como el insecto volador al que alude su título. En suma, un disco lleno de colores, pero con un sello ahora sí distintivo, el sello Audioslave que, tras dos discos de intentos correctos, pero fallidos, se nos presenta como una banda con raíces en los noventa, siempre con el alma en los setenta y el cerebro en el 2006, y por fin sonando como banda, no como proyecto. Revelations es, desde muchas perspectivas, el tercer disco de la banda, pero desde una perspectiva musical, puede tratarse del primer disco, por frescura, por inocencia compositiva, por chispazos de genialidad y momentazos de emoción. Una adición obligatoria a la discoteca. "Es una vergüenza que todavía no conozca tus Revelaciones", dice Cornell en el primer track. Tiene razón.

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