miércoles, 16 de agosto de 2006

Viva Chile... sí, claro

Escucho con una leve sonrisa en la cara muchos de los juicios de mis pares. No juzgo a nadie por ello, pero a veces la desinformación y la ignorancia sirven de combustible a tanta opinión aberrante que uno se ve obligado a salir del mutismo y hacer notar algunas cosas. Explicarlas, si se quiere.

La nacionalidad, en nuestra generación, se ha convertido en un ejemplo enorme de lo anterior, de cómo la ignorancia genera juicios que sorprenden por la facilidad de uso y, sobretodo, por su extensión, digamos, por la rápida adherencia que generan. En una reunión social decir “los bolivianos son un asco” o “los argentinos me caen mal” siempre genera más simpatías que antipatías, pese a lo poco xenófobos que nos gusta creernos. Pero analizando un poco mejor las cosas saltan un par de conclusiones obligadas – si de una conversación lógica se trata – que paso a exponer: a) quien lanza semejantes frases tiene, necesariamente, un conocimiento acabado de la idiosincrasia y los matices culturales de tal o cual nación o pueblo, y puede, con justa propiedad, vomitarse un discurso de esos. B) en caso de que lo anterior no se cumpla, el tipo o tipa que lanza tal aseveración conoce a TODOS los integrantes de tal nación y, por tanto, es capaz de enjuiciarlos, de un solo latigazo, en su conjunto.

Puesto así, claro, el ridículo de tomarse en serio frases como esa resulta evidente. Sin embargo, lo peligroso de tales significantes, aunque – defensa inmediata – se puedan decir en tono de “talla”, es que generan significados. Y si bien hay conciudadanos con la suficiente conciencia y criterio para no tomarse tales significados en serio, hay muchos otros que sí. Casos como el de los grafiteros dejan en claro hasta qué punto puede llegarse a la ceguera (de allá y de acá) en pos de banderas o colores que, si mal no recuerdo, ni siquiera nos representan tanto como queremos decirnos a nosotros mismos. Es más, incluso hablar fácilmente de “los chilenos”, siendo tales, nos parece automáticamente ambicioso y facilista. Sin embargo todos podemos citar un arsenal de supuestas verdades respecto de nuestros vecinos sin empacho ni verrugas. No me preocupa tanto lo ridículo, sino los extremos dramáticos a los que se pueden llegar: neo-lo-que- sean son sólo un ejemplo. Pensemos todos en lo horrible que sería estar en un país extranjero y encontrarse con pulcros patriotas de escudos nacionales tatuados en el brazo diestro persiguiéndonos SOLAMENTE por ser de otro lado. Cuidado con el cóndor y el huemul. No son tan gloriosos y no justifican nada. Viva Chile, pero viva conciente, gente. No hablemos tan rápidamente de lo que no conocemos.

5 comentarios:

Paula dijo...

Es tranquilizador (?) saber que esas actitudes de mierda también se dan de aquel lado de la cordillera. Aquí sucede exactamente lo mismo, tal cual describiste, siempre dije que nuestra sociedad (en mi país) es muy nazi, pero todos se me tiran encima cuando lo digo, asi que opto por el silencio. Qué se yo... después buscan la unión latinoamericana y la hermandad bolivariana... pura hipocresía.

Little_Fairy dijo...

yo sólo me pregunto por la necesidad de sumarse a la mayoría. Esa necesidad de pertenecer e identificarse y que en la mayoría de los casos nos lleva a actos idiotas y comentarios sin ningun sentido ni lógica.


quierto te

Unknown dijo...

Uf, que cierto. Toda la razón.

me carga el racismo y todo aquello que estigmatiza.

Debo reconocer que me he visto diciendo que los argentinos me caen mal.

Mea culpa. Por es una estupidez

Paula dijo...

Saludos bellatroz! yo soy argentina y los argentinos tambien me caen mal jajaja... pero siempre defiendo a los hermanos trasandinos, porque en las cosas buenas, para muestra basta un boton (decia mi abuela).
Hay de todo en todos lados y la bondad o maldad de las personas no está condicionada por su nacionalidad precisamente.

Anónimo dijo...

22/08/06
aparte..

Desperté a las 4:20, como siempre.
Mi teoría fue afirmada
y comprobada.
Solté una risa de victoria
y volví a dormir,
entre la alegría
y el sentimiento de vacío
que me deja despertar,
a las 4:20,
para comprobar.



eso era aparte.