miércoles, 2 de agosto de 2006

Intradestrucción


Ese día se levantó en otra casa, como tantas otras veces, pues sus visitas siempre tienden al trasnoche, y sus amigos hospitalarios siempre lo atendían con generosa deferencia. Todo estaba extrañamente bien, como si de alguna manera cada fragmento calzara en concordancia con el otro en su vida, como si cada pieza estuviera engrasada, lista y funcionando. La sensación lo oprimió un poco - nada alarmante, una ligera presión en el área de la garganta – pero el casi respirable bienestar lo hizo distraerse un poco, bajar voluptuosamente las defensas para saborear sin trabas esa exquisita dulzura de mañana. Caminó, buscando cigarrillos, esa tarde. Camino a su casa la opresión aumentó hasta casi ser centro de su atención. No le dio importancia, nuevamente sumido en las fragancias de la calle, los sonidos, las voces. Cuando llegó a su casa le explotó todo en la cara, las piezas dejaron de encajar y cada esfuerzo pareció ser fútil, cada uno de los trabajos, cada ilusión, cada esperanza derrumbándose como un castillo de arena azotado por la ola infecta de la mala suerte. El aguijón de la duda sobre cada decisión tomada, la certeza del error sobre las que no tomó, todo se le cayó encima. Y cuando nada parecía poder ir peor, llegó el dolor, ya no ligero, en el pecho. Hay niños que viven siete años, y es su vida entera. Siete años la opresión creció y se hizo fuerte. Esa noche, al teléfono, diciéndose que no valía la pena, la opresión llegó al punto límite y se transformó en un pausado, cálido y doloroso llanto. Frustración destilada cayendo por sus mejillas barbadas. Luego el atontamiento, el minuto de paz y luego la maraña, la neblina, la pantalla. La ilusión se le cansó, le dice una canción suya. Nadie le sabe responder.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hace un tiempo soñé: una niña, un lago, un árbol, tu y yo. Y en un hermoso paisaje, compartimos los tres un momento de dolor conectado. Recuerdas?

Te dejo con una palabra que adopté en mis golpes. Desafío

Te dejo con palabras de amistad y amor, sinceras.

Te invito a descubrir sabores

Y te invito a que los compartas conmigo.

Anónimo dijo...

Buen texto, muy buen texto...