Hace una semana trabajo en un Call Center ubicado en la estéril intersección de Vicuña Mackena y Carlos Valdovinos, una especie de desierto industrial cruzado por el sempiterno Zanjón de la Aguada. Llego en metro desde el norte, lo que significa pasar por sobre tal riachuelo todos los días. Si uno mira, desde la altura del tren urbano, ve que el sector está empezando una pujante humanización: al colegio ya viejo de la esquina se suman ahora una sede de instituto técnico profesional y, desde algunos años atrás, un parque de diversiones. Todo distribuido en cuatro esquinas de la intersección mentada. Y el Zanjón en medio. He acá el drama. El hedor a mierda que exuda el canal de aguas servidas al primer contacto con los rayos solares lo llena todo, el instituto, sin duda, el parque de diversiones, el colegio y, cuando el viento decide avanzar con aquella hediondez un poco más al sur, al call center. O sea, pensé hoy, una nueva muestra de la manera tan nuestra de hacer las cosas. En tramos casi deshabitados de la rivera del canal, éste se encuentra encauzado, vale decir, tapado y llevado por un tubo subterráneo. Sin embargo en esa esquina hiperpoblada no. Está así, al aire. Llenando de fetidez el entorno. Alguna vez me pregunté porqué, oh, porqué nadie hace nada al respecto y tapa el tramo de una vez. La respuesta que me dieron cuantos fueron consultados me dejó convencido de que algo está realmente mal acá. “Porque no es un barrio residencial, es industrial”. Como si en las industrias no trabajaran personas. “Porque la municipalidad de San Joaquín tiene problemas más graves que resolver”. Claro, tantas cosas hay más urgentes que la sanidad y el higiene de la población. Mientras tanto, todos los días, al pasar por encima, luego bajar de la estación y caminar la cuadra que me separa del trabajo, me envuelve la pestilencia. No sólo a mi. Con alarma leí la otra vez que el colegio de la esquina tiene jardín infantil. Hay niños ahí todo el día respirando caca. Estudiantes, en la otra esquina. Trabajadores, colegas míos, también. Tal vez seremos 4 mil las personas que sufrimos diariamente el hedor gran parte del día. Por que es un barrio industrial o a nadie le interesa. Terreno de nadie, dicen otros. Manera nacional, método vernáculo, cuidad hecha a medias. Primero, vendemos patentes y terrenos para construir universidades y colegios, centros industriales y comercios. Luego nos ocupamos de la humanidad del lugar, de hacerlo habitable, de la sanidad. Un alegato impotente ante, esta vez literal, tal cantidad de mierda. A las autoridades un mensaje: vayan a esa esquina y soporten 6 horas.
4 comentarios:
los problemas de siempre...y las mierdas de siempre. Nada más.
Rodrigo (desde el bloque de "pensamiento" de reductiva)
Podemos dar tantas y tantas razones. Las personas en general tienen el deseo compulsivo de justificar las acciones, y da lo mismo de quien. A veces pienso que puede ser que sea así para que la justificación recaiga sobre ellos y se sientan limpios, de mierda. Sí, la misma que se respira en aquel sector, y otras algunas en toda la capital.
Por eso celebro mucho las acciones que se tomen, que aunque sean infructuosas, significa que hay una persona que le importa y que se atreve a hablar.
Vamos por la acción! dejemos el afán de ego y hagamos las cosas por bien.
besos eternos.
Ahhhh querido mio, se nota que no tuviste el placer de conocer el famosisimo "riachuelo" de Buenos aires... ese no necesita de días soleados para largar un insoportable olor a mierda...
Y en sus alrededores habitan unas 40.000 familias (sino más) que conviven con ese fétido habitante, hace años ya de esto...
Por fortuna (supongo) a raíz del conflicto de las papeleras (que nos ha vuelto los "Guerreros del Arco Iris" de Latinoamerica), la Corte Suprema de Justicia de la Nación mandó a tres gobiernos diferentes (el nacional y dos locales) a sanear el problema... en buena hora digo yo... aunque llevará mucho tiempo, esperemos que no caiga en el olvido...
Besos
se ve que no conocen el olor a mierda de los call center
http://fotolog.com/calldemierda
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