miércoles, 20 de septiembre de 2006

Un periplo de fiestas


Aproximadamente una semana de festejos suena exagerado para muchos, sin embargo es lo que viví en estos días. Pero a matizar, claro, no todos fueron excesivos, no todos fueron solamente festejos y, por supuesto, eso sí, en todos los festejos lo pasé increíble. ¿Porqué, se preguntará el lector o lectora? ¿Otro año más de irracional consumo de alcohol y asados y empanadas? ¿Otra consuetudinaria invitación a la enajanación, validada por el espíritu nacional y por las siempre anquilosadas tradiciones folclóricas, únicamente vivas y patentes en la mente de la masa para las fechas en cuestión? ¿Otra vez los desfiles, los cientos y miles de soldados elegidos para la ocasión por su estampa y su prestancia para impresionar a chilenos y extranjeros y solazarnos, una vez más, de nuestro orgullo patrio y militar al son de marchas de Wagner, blandiendo águilas empenachadas y deleitándonos con esos 1.2 segundos de modernos aviones zurcando el inmaculado - sí, claro - cielo santiaguino? No, queridos, no se trata de nada de eso. O sea, se trata de esas cosas, pero no son ellas las causas de mi sanación, de mi festivo ánimo, de mi sonrisa suave y sincera al recordar los últimos días. Se trata de que por primera vez en mucho tiempo esa sucesión de ritos repetidos cada año, esa especie de loop de chicha, cueca y empanada con pebre tuvo un sabor distinto, un sabor único y especial que me hace no sólo atesorar estas fiestas como las mejores hasta ahora (salvo un buen par de la infancia, claro está), sino desear con ansia y brío que las siguientes sean así, ni más ni menos, tal cual, con esa dosis y de ese color, por así decirlo, y no de otro. Ese sabor lo dió una muy nueva sensación de estar no sólo acompañado, sino perfectamente acompañado, con la mejor compañía posible. Dos días con ella, dos noches seguidas, su familia, la mía. Bailes sin pantomimas. Tragos sin ansiedades. Sábanas sin remordimientos. Desayunos, bueno, esos se los debo, pero es que despertábamos muy tarde.
PD: para los lectores extranjeros, el pasado fin de semana y hasta ayer Martes, en Chile se celebró la formación de la primera junta de gobierno que decidió, unos años después, declarar la Independencia de la República de Chile. Vale decir: PARRANDA DESATADA!

5 comentarios:

Paula dijo...

hay lectores extranjeros?

BigFella dijo...

hahaha, una de ellas eres tu, y tus invitadas, y uno que otro habrá, no? un poco de fe.

Paula dijo...

al menos sabes que alguien te lee :/

Anónimo dijo...

Me dejaste sin palabras y sonrojada (¡si es que eso fuera posible!).

Mi sentir no es diferente al tuyo. A pesar de que el sábado fue uno de los peores días en lo que va del año, pero gracias a tí todo se fue convirtiendo en el pasar de los días en una perfecta paz, en reconciliación con el mundo, conmigo. Pude ser yo en todo momento y sentir cada momento en plena felicidad. El miedo a la aceptación no me paralizó, la capacidad de sorprenderme y disfrutar de las pequeñas cosas tampoco me abandonó.

Si pudiera explicar todo lo que significas, o todo lo que aportas en mi vida... Pero creo que en la desesperación por encontrar esas palabras puedes encontrar la respuesta.



ILD

Anónimo dijo...

lo pasamos de lujo!!!!
un gusto conocer a su niña....

saludos!